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La epidemia de 1917 que congelaba a quienes se infectaban

Por History Channel Latinoamérica el 08 de Marzo de 2021 a las 16:35 HS
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Aunque muchas perecieron, la mayoría de las personas infectadas por encefalitis letárgica simplemente se quedaban como dormidas; no en estado de coma, sino más bien un congelamiento. A tal punto fue así, que hacia principios del siglo XX se describía a las víctimas de esta rara epidemia como a estatuas vivientes. Fue preciso esperar varias décadas para que finalmente un neurólogo descubriera que existía una oportunidad de despertar a los enfermos.

Los contagios masivos de encefalitis letárgica saltaron a la historia como la epidemia de 1917, época en la que la humanidad hacía frente a una pandemia histórica: la de la gripe. Según los registros históricos, los pacientes de encefalitis letárgica llegaron a contarse por millones y, aunque la enfermedad desapareció durante la década de 1930, las personas infectadas continuaron paralizadas.

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Los registros del austríaco Constantin von Economo, doctor encargado de bautizar la enfermedad con el nombre que hoy conocemos, permiten saber que los primeros síntomas en aparecer eran la fiebre y la faringitis, como sucede con la gripe. Sin embargo, a estos síntomas se sumaba la desorientación, el sonambulismo y finalmente el letargo absoluto. Hacia 1917, la epidemia se había propagado por Inglaterra, Austria y Francia.

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Hacia 1924, cuando la epidemia alcanzó su pico, ya se había extendido a toda Europa y en poco tiempo alcanzó también al continente americano, probablemente merced al movimiento de humanos generado por la Primera Guerra Mundial. Hacia 1933, cuando la epidemia acabó inexplicablemente, los médicos continuaron atendiendo a los pacientes congelados por la encefalitis letárgica, muchos de ellos con décadas en estado de letargo.

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En 1966, mientras el neurólogo británico Oliver Sacks trabajaba en Nueva York, descubrió que los pacientes dormidos durante décadas parecían reaccionar a ciertos estímulos, como la música. A partir de entonces comenzó a tratar a sus pacientes con técnicas de estímulos diversos y la administración de L-Dopa, un medicamento que se usaba para el párkinson. Repentinamente, los infectados despertaban como si nada hubiese sucedido. En algunos casos, eran adultos que habían ingresado a un estado catatónico cuando eran niños.


Fuente: infobae.com (Joaquín Sánchez Mariño)

Imágenes: Shutterstock / infobae.com